Contraportada del Libro “Seducción de los Venenos” con reseña de Fernanda Moraga.
Artículo Camila Albertazzo
Se cumple la profecía y derramo la tinta por los ojos. /Escribo sin aliento/ distrayéndome/en las vacas que atraviesan este puente, /en donde ya no se oyen mugidos,/sino gritos,/de una lanza clavada en la costilla/que señala con sangre/las muertes/que seguirme. /Akúkayealu nga troyzüngu fey wutrunwntufín tichi nüpüng tañi ngépüle/Tüfá ta ngenoneyén wiríkameken/ welukintumeken/ tüfichipu wakapüle rumenefilu fachi kuykúyengüin/ chew ta allkeñngewenomun mamakün/wirár may nga mületúy tüyechi waykí ñi wirár ücháfkonkülelu kazímu ngatí tichi tu püllomeñn inayawületew ta iñche engün
Estos son los primeros versos del libro “Seducción de los venenos” de la escritora chilena Roxana Miranda Rupailaf; poeta osornina, profesora de castellano, magíster en literatura y heredera de una tradición poética heterogénea, subversiva y descolonizadora. Este texto, publicado en el año 2008, recoge una veta simbólica y al mismo tiempo lingüística, insurreccionando los saberes y descorriendo el tupido velo de la violencia del período de la colonia. “Seducción de los venenos” es un texto escrito en español y mapuzungún, lengua del pueblo mapuche. El poemario se abre en tres partes: serpiente de sal, serpiente de Tierra y serpiente de agua, y constituyen un correlato, la columna vertebral del libro.
La serpiente, símbolo presente en todo el discurso, es el agente mediador que une estos dos mundos, logrando acercar la mirada ancestral indígena con la clave cultural occidental, el canon, que se enlaza en el libro para descubrir el verdadero discurso descolonizador1.
El poemario abre con el texto liminal “Se cumple la profecía”, adelantando su tenor místico, para luego, en el primer poema del primer apartado, agregar “Come la manzana/ mi querida/ Suelta la baba-rojo/ en las dos llamas”. (22). Este texto inicial, además, está acompañado de una cita del génesis, capítulo III versículo 5 que dice “serpiente: Sabe empero, Dios, que en cualquier tiempo que comeréis de él, se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores de todo, del bien y el mal” (22). En esta aproximación al texto hay una intención clara de subvertir los discursos, descolonizando en esta acción, la lengua y su historia. Si pensamos en los versos “Come la manzana, mi querida” observaremos que lingüísticamente la hablante, con el imperativo, se reconoce serpiente. Luego en el cuarto verso de este poema introductorio anuncia “devórate los frutos/en fuego/ y muéstrale el deseo/ a los que duermen” (22) en donde aparece claramente el rol de las mujeres para la serpiente: Descubrir el deseo, tentar con su monstruosidad y sus ciclos inmanentes.
En el poemario de Miranda Rupailaf conviven las figuras de la historia sagrada de la tradición judeo-cristiana con las pulsiones insurreccionales del pueblo mapuche al que pertenece Miranda Rupailaf. La mujer de Lot, Dalila y la misma eva son sujetos líricos que aparecen en los apartados de la obra y lo que dibuja sus márgenes, es este conflicto en movimiento de la lengua. Juan Ñanculef Huaiquinao en su libro “tayiñ mapuche kimün epistemología mapuche – sabiduría y conocimientos”.
La lengua o idioma mapuche se denomina mapudugun, concepto que proviene de la palabra mapu, que significa tierra, territorio y también la materia desde el punto de vista filosófico mapuche, aunque no hay palabra en el mapudugun que signifique materia. La palabra zugun/dugun significa ‘el habla’, la voz, la energía que incide en el otro para comunicarse. Tanto la lengua mapuche, como la filosofía, el pensamiento, la religiosidad y la cultura mapuche, constituyen un gran todo inseparable, que no se puede dividir, ni separar. (22)
Si pensamos en la importancia de la lengua que plantea Ñanculef y que evidencia M. Rupailaf en su poemario, la primera pulsión insurreccional al proceso colonizador es justamente la utilización de la lengua para totalizar e incluir, subvertidos en la nueva identidad, todos los elementos que fueron impuestos alguna vez por la fuerza.
La pulsión descolonizadora de la lengua madre, huilliche y autotraducida por su propia enunciadora, organiza una nueva identidad reivindicadora de las raíces. Una identidad que se hace necesidad en la escritura como forma de reubicar en el canon la voz subalterna de los pueblos que por tantos años fueron masacrados e invisibilizado por la cultura occidental, colonizadora y violenta.
El texto de Miranda Rupailaf, y sus consecuencias en la estética de toda una generación que ha problematizado el rol del clasificador colonialista en la literatura, propone una mirada fresca, heteróclita y esperanzadora, mezcla justa de estética cuidada y mirada micropolítica de los procesos identitarios de todo un pueblo. Su lectura, imprescindible para forjar una nueva cartografía literaria latinoamericana, debe hacerse sobre el recuerdo constante de los procesos históricos de su pueblo y la marca indeleble de la lengua, primer artefacto descolonizador y reivindicativo.
Reseña Jorge Polanco
http://letras.mysite.com/rmh220211.html
La poesía no se acaba en el origen sino en el complemento de un lector dispuesto a escuchar; reclama ese otro que pueda entablar un diálogo, sobrepasando el solipsismo y la biografía del escritor. Menciono esta obviedad, puesto que existe una ruta simplista con la cual leer la poesía de Roxana Miranda (Osorno, 1982): la reducción de su escritura al rótulo de “poesía mapuche” o “étnica”. Este acomodo interpretativo, ya de manual, permite ciertas seguridades —y no sólo a los lectores— que bajo la tentativa de la discriminación positiva, facilita ubicar al creador en garantías preestablecidas. (Con todo, hay que decirlo, en Chile la discriminación no se ejerce y focaliza solamente sobre una etnia o un grupo). Así, finalmente, no se lee y las sorpresas quedan neutralizadas.
Ciertamente, pervive un gesto político en el libro Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken—Seducción de los venenos al comenzar con la traducción en mapudungun y después en castellano. Pero el libro no puede situarse en un relato étnico testimonial al perfilarse en un rango más amplio, como ocurre igualmente con la escritura de Jaime Luis Huenún. Si se pone atención, estos dos poetas —en lo que se refiere a Puerto Trakl y Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken—Seducción de los venenos— no escriben una poesía romántica o modernista con tintes indígenas puristas. Ha pasado mucha agua turbia bajo el puente, y la labor de un poeta es ser fiel a su poesía, desacomodando lo que se espera de ellos. Aquello lo confirman las referencias literarias españolas, europeas o bíblicas, aparte de las chilenas o mapuches.
La escritura de Roxana desliza un tono erótico. Debe ser, como muestra el título, por su intento de seducir y absorber al ser deseado que se conjura a través de la copulación. En el prólogo, Fernanda Moraga adjudica esta característica a la apelación corporal, a la que habría que agregar una disposición de escritura y lectura —la manera en que Roxana recita sus textos— que hace pensar en una invocación ritual, encarnada en el movimiento serpentino de los poemas. Ancestralmente, el rito resguarda el sincronismo del tiempo, la posibilidad de la reiteración. El poemario sigue esta orientación a partir del conjuro de ese ser que se desea devorar; es la deglución que busca reiterar el ritual. ¿Será que el poema es entendido como maleficio?
El tono ritual se enfatiza a través de la persistencia de la metáfora del ojo, de las visiones. En los últimos poemas se insiste en la mirada, sobre todo el ojo sumergido en la visión desde dentro. Las metáforas permiten ver, no hay un oscurecimiento del lenguaje, son imágenes prístinas en las cuales asoman la enunciación de los colores. Aunque el negro y blanco también concurren, quizás como máculas o venenos, no pervive una ceguera del lenguaje que conjuga con la concepción de la poeta como visionaria, o si se quiere, un chamán. En esta perspectiva, me parece que no sería adecuado leer estos poemas bajo una preconcepción posmoderna. Creo que sería simplista alinear el veneno de Roxana con la conocida idea de la escritura como pharmakon, leída por Derrida en Platón como remedio y veneno a la vez. No faltará el estudioso que se fascinará con instalar esta idea. Me explico: el veneno de la escritura en Platón consiste en el desplazamiento del habla y la consiguiente obsolescencia de la memoria; primera herencia genealógica de la condena sobre la grafía, tradicionalmente concebida como subsidiaria respecto de la oralidad. En cambio, en Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken—Seducción de los venenos no se atisba un ensalzamiento de la escritura ni una supuesta independencia productiva, menos aún una laceración de la palabra que enjuicie su capacidad; en el poemario se observa una asimilación lírica resuelta de antemano, que no pone en cuestión las capacidades de la palabra y que, por lo demás, hace juego con la rítmica y cadenciosa manera de leer de Roxana.
Me parece que esa llaneza de las metáforas procede de la franqueza, sin renuencia o prejuicio, de aceptar una escritura corporal femenina. Allí acierta el prólogo de Fernanda Moraga, puesto que las imágenes líricas, casi de ensoñación, están ancladas en la persistencia del erotismo y el cuerpo que concretizan las transfiguraciones del lirismo. El lugar onírico de procedencia mítica da cuenta de un maleficio corporal que no consiste en una ponzoña contra la escritura, sino en el intento de una enamorada que espera poseer y embrujar. Pareciera que el poemario continúa una tradición del envenenamiento que ciertamente es enorme. Dentro de lo que conozco, Sócrates, por ejemplo, prefirió beber la cicuta antes que el ostracismo; algunas parejas se envenenaron al morir su amado como supuestamente ocurrió con Cleopatra respecto a Marco Antonio; y otros personajes literarios los siguieron en su dramatismo, como Romeo y Julieta; uno podría sostener que todo envenenamiento tiene algo de literario y novelesco. En el caso del libro de Roxana se trata también de un embrujo, una mala conciencia provocada por la mujer— serpiente que va enroscándose en el texto, indicando una mirada que, a medida que avanza el libro, aleja a la mujer del papel de la víctima y la sitúa en un rol tutelar por medio de las tenazas sexuales. Aquí recuerdo una frase de Hamlet, que en su delirio señala uno de los secretos que le enseñó su corta vida: cuidado con la confianza en la supuesta fragilidad de la mujer. Lo menciono no para caer en la rivalidad de los géneros y plantear cuál es más fuerte (eso ya todos lo sabemos), sino por lo interesante que se transforma el poemario de Roxana Miranda cuando se lee como perversión sexual, como un delicado maleficio que el erotismo de las mujeres pueden llevar a cabo y transformar en escritura, ampliando la resonancia femenina en vez de negarla. Es el placer de envenenar y ser envenenado.
Tesis: El mestizaje vivo presente en la poética de Roxana Miranda Rupailaf en “Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken/Seducción de los Venenos”
http://repositorio.udec.cl/xmlui/handle/11594/1067?locale-attribute=en
Esta tesis consta de cuatro capítulos. Los dos primeros constituyen la base teórica para el análisis realizado en el tercer capítulo, y entregan información sobre la cultura, la identidad y la literatura mapuche. En el capítulo 1 se efectúa una descripción de los principales aspectos de la cultura mapuche, comenzando por su cosmovisión, su religión y su mito de renacimiento; a continuación, nos centramos específicamente en el pueblo mapuche–huilliche (al que pertenece Roxana Miranda Rupailaf) analizando sus aspectos culturales particulares, ligados directamente con la naturaleza; también dedicamos un apartado al deterioro de la naturaleza y las consecuencia de ello para la comunidad mapuche; finalmente realizamos un análisis de la relaciones interculturales entre mapuches y winkas, así como los efectos que esto ha ocasionado sobre la identidad mapuche. En el capítulo 2 examinamos la evolución de la literatura mapuche desde la oralidad a la escritura, introduciéndonos en la poesía y su problemática: definición, origen, posición dentro de la poesía chilena, como también sus principales exponentes. Además procuramos reconocer las principales estrategias discursivas y metadiscursivas utilizadas por los autores, para, finalmente, establecer la incidencia de la ecología en la poesía mapuche. El capítulo 3 es el principal de la investigación, pues contiene un análisis de la obra poética de Roxana Miranda Rupailaf, específicamente en base a su libro Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken/ Seducción de los Venenos. Comprende información biográfica de la poeta, las características de la poesía mapuche presentes en su poesía, un análisis discursivo y metatextual de su obra, la relación con la naturaleza, la creación del cosmos desde las perspectivas de la poeta, de la cultura judeocristiana y del pueblo mapuche, además las características propias de la poética de la Miranda Rupailaf. Asimismo, indagamos sobre el erotismo y la feminidad de su escritura. Todo esto en base a lo visto en los dos capítulos anteriores. El cuarto y último capítulo consiste en una síntesis en donde se resumen los resultados más importantes de este estudio, además de las conclusiones finales con respecto a la relación de la poesía mapuche con la naturaleza y la femineidad, que es el asunto principal de esta tesis.
Oralidad, escritura, performance y erotismo en la poesía de Roxana Miranda Rupailaf: tradición y ruptura en la escritura de mujeres por Soledad Falabella Luco.
https://revistas.uchile.cl/index.php/NO/article/view/12297}
En este artículo se analiza la oralidad, la escritura, el performance de la diferencia
sexual y el erotismo en la poesía de Roxana Miranda Rupailaf, desde
una perspectiva histórica y en relación a la escritura de mujeres, teniendo
en cuenta la peligrosa relación entre la identidad genérico sexual y la esfera
pública. Para ello, se analizan los poemas Seducción de los venenos y
Serpientes de sal. Asimismo, se indaga sobre los desafíos metodológicos de
trabajar con una escritura que se gesta desde la transgresión, la liminalidad
de los márgenes y la voluptuosidad del erotismo. Con ello el artículo busca
confi gurar un escenario que permita valorar la poesía de Roxana Miranda
Rupailaf como un efecto performativo: un acontecimiento en que convergen
y aparecen múltiples cuerpos poéticos en nuestro escenario contemporáneo
cultural y político.
El enmascaramiento femenino en la frontera: poéticas de la resistencia en Estilo (2011) de Dolores Dorantes y Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken/ Seducción de los venenos (2008) de Roxana Miranda Rupailaf (Extracto).
https://revistanortegrande.uc.cl/index.php/alch/article/view/36171
Esta reflexión se interesa en la función de la máscara revestida por la mujer en el espacio fronterizo. Por un lado, en Estilo, Dolores Dorantes, escritora mexicana originaria de Ciudad Juárez, con asilo político en Los Angeles (EE.UU.), deja emerger una voz colectiva femenina y enmascarada que, desde un lugar innombrado caracterizado por la aridez y la violencia, interpela y pide a un hombre genérico someter su mente y su cuerpo erotizado y desgarrado. Por otro lado, Roxana Miranda Rupailaf, poeta chilena de origen mapuche, presenta en el poemario bilingüe mapudungun/castellano Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken / Seducción de los venenos, múltiples voces y cuerpos femeninos lascivos. La metáfora de la serpiente atraviesa el texto y simboliza no solo las “pecadoras” bíblicas sino que también pone en escena las serpientes de la tierra Tren-Tren (el Bien) y del diluvio Kai-Kai (el Mal), mito etiológico de la tradición cultural mapuche. En los poemas de Dorantes y Miranda Rupailaf aparece una estructura tripartita que representa el in de un ciclo. El texto de Dorantes aparece como una suerte de poema extenso y singular, una prosa poética de estilo paratáctico con un lenguaje cortante, frontal, instigador, con muchas repeticiones que conforman provocadoras letanías. Se divide en tres apartados irregulares en su extensión, precedidos por epígrafes dedicados a acepciones heterogéneas y anónimas de la palabra estilo. En la primera parte, numerada del 6 al 29, una voz colectiva femenina expresa el deseo violento de la penetración sexual al interpelar un ente innominado de carácter masculino. La falsa sumisión que se advierte en este requerimiento indica la espera tensa de algún cambio. En la segunda parte, de cuatro estrofas, la voz se hace apremiante instando a la guerra. La tercera parte, de tres estrofas de verso libre, se percibe la lenta des-aparición de las veleidades de la voz y más bien una constatación de la inutilidad de la acción frontal. La muerte o la ausencia aparece entonces como la posibilidad para lo femenino de interrogar el “cielo de sangre” (35) que describe y de incomodar al interpelado refregándole su grosería. Miranda Rupailaf expone también tres partes encabezadas por la metáfora de la serpiente.
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